El hassassin recorrió el pasillo como una pantera que anticipara una larga comida aplazada. Cuando llego a la puerta, sonrió para si. Ya estaba entreabierta... desnuda, tumbada sobre la espalda, los brazos atados a los postes de la cama con gruesos cordones de terciopelo. Cruzo la habitación y recorrió con un dedo oscuro el abdomen marfileño. Anoche cometí un asesinato, pensó. Tú eres mi recompensa.
Dan Brown. Angeles y demonios.
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