Imagine que todos vivieran eternamente. Es curioso que la población de cada ciudad se divida en dos: Los “Más tarde” y los “Ahora”. Los “Más tarde” piensan que no hay por que apresurarse para empezar las clases en la universidad, estudiar otro idioma, leer a Voltaire o a Newton, pretender un ascenso, enamorarse, formar una familia. Para todos estos casos hay una infinidad de tiempo. En el tiempo sin limites todo puede hacerse. Por lo tanto, puede esperar. Verdaderamente las acciones apresuradas engendran errores. ¿Quién podría oponerse a su lógica?. Los “Ahora” entienden que, en una vieja infinita, pueden hacer todo lo que imaginan. Tendrán infinitas carreras, se casaran infinitas veces, cambiaran infinitamente de ideas políticas. Cada uno será abogado, albañil, escritor, contable, pintor, físico, agricultor. Los “Ahora” leen constantemente nuevos libros, aprenden nuevos oficios, nuevas lenguas. Para saborear mejor la infinitud de la vida empiezan temprano y siempre tienen prisa. ¿Quién podría objetar su lógica? Este es el precio de la inmortalidad. Nadie esta completo. Nadie esta libre. Con el tiempo, algunos han decidido que la única manera de vivir es morir.
Albert Einstein.
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